miércoles, 20 de mayo de 2009

HISTORIA DE LA ROPA INTERIOR


La ropa interior, también llamada ropa íntima o, en el caso de las mujeres, lencería a dejado de cumplir como única función abrigar, cuidar o proteger.
Las mujeres comenzaron a preocuparse por como vestian intimamente desde un punto de vista mas estético y a partir de esto el mercado de lencería comenzo a desarrollarse.
El diseño tradicional de la ropa interior en el durante el siglo XIX fue el traje de algodón tejido que cubría el cuerpo desde las muñecas hasta las rodillas, recién a finales del siglo XX esto cambia y se toma la ropa interior como un conjunto de dos piezas.
Las bombachas se fueron achicando con el correr de los años, eran grandes y anchas (tipo calzón) y se acortaron para acompañar la transformación del largo de las polleras / faldas.
El antecesor del corpiño fue el corsét cuyo principal objetivo era disminuir el tamaño de la cintura y resaltar el tamaño del busto.
El corpiño que conocemos hoy fue inventado en el año 1914 y con él las mujeres se liberan del incomodo corsét.
La lenceria paso de ser algo de necesidad a un objeto de deseo por las mujeres, un complemente que necesitamos y que nos ayuda a transmitir pensamientos.

La historia de la ropa interior data desde el taparrabos que es la forma más simple de lencería y, probablemente, fue la primera ropa interior utilizada por los seres humanos. Un taparrabos puede tener dos formas principales. La primera consiste en una larga pieza triangular de tejido, con cuerdas o cintas cosidas a las esquinas. Las cintas se atan alrededor de la cintura y el trapo o cuero se pasa entre las piernas entremetiéndolo en la banda resultante para sujetarlo. La forma alternativa es más similar a una falda: un trapo enrollado varias veces alrededor de las caderas y después sujeto con un ceñidor o cinturón.

En la mayoría de las civilizaciones antiguas ésta era la única ropa interior disponible y, aun en la actualidad, los taparrabos siguen siendo utilizados como única vestimenta por tribus que habitan regiones tropicales, incluso es la prenda interior tradicional en muchas sociedades asiáticas. Se tiene noticia a través de las descripciones de los escritores griegos y romanos que éstos utilizaban una prenda equivalente a lo que conocemos como bragas.

La invención de las máquinas de hilar y las desmotadoras, hacia la segunda mitad del siglo XVIII, facilitaron la elaboración de tejidos de algodón. Las fábricas producían ropa interior de manera masiva y, por primera vez, la gente empezaba a comprarla en lugar de hacerla en casa. El modelo corriente del siglo XIX, tanto para hombres, mujeres y niños, eran unos trajes de este algodón tejido, que cubrían desde las muñecas hasta los tobillos. Esta “segunda piel” incluía en la parte trasera una faldilla que se desabrochaba, para facilitar la visita al aseo. Hacia finales de la primera década del siglo XX, el traje entero se dividió y las mujeres comenzaron a elaborar este básico dos piezas en encaje.

A medida que las décadas pasaban la ropa interior femenina se acortaba para seguir el ritmo de las faldas, que menguaban y menguaban. Y ya en el presente, la comodidad y durabilidad de la ropa interior ha dado paso a la moda y la sofisticación, más encaminada al lucimiento que al abrigo o protección de esa parte de la anatomía femenina.



Bibliografía:
http://www.revistanueva.com.ar/00677old/00677/nota02/index.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Bragas

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